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Funcionarios

3 enero 2010
No comprendo como se puede mantener unas prerrogativas, de las que no nos beneficiamos el resto de los trabajadores, y un sueldo de por vida que no está ligado a la productividad, ni al rendimiento, ni a la formación.

Evidentemente, no me refiero al funcionario que trabaja, ni a los militares que están jugándosela fuera, ni a las fuerzas de seguridad del estado, bomberos, etc; en general, a todo aquel que se gana su sueldo. Me refiero a aquellos que todos conocemos que se limitan a ‘ir a trabajar’, a cumplir horario (si lo hacen), a sabiendas de que, hagan lo que hagan, o no hagan lo que no hagan, su sueldo, sus ‘asuntos propios’, sus subidas salariales, van a estar ahí, per secula seculorum. Creo que esta legión de parásitos chupan la savia vital del estado (que pagamos todos, gotita a gotita) y hacen que las administraciones, en general, tengan un rendimiento más que deficiente puesto que, al final, dependemos de unos trabajadores mal formados y peor dispuestos.

Por contra, mi admiración más considerada a aquellos funcionarios que, pudiéndose limitar a ‘cumplir los mínimos’, trabajan como el que más. También sabemos todos los que son: aquellos que, después de horas o días saltando de ventanilla en ventanilla, se paran contigo, estudian tu situación y ‘se preocupan’ por resolvértela. Y lo hacen. Trabajan por él, y por los que no lo hacen.

Este post ha sido publicado como comentario al artículo «Quiero …» de mi amiga Sonia, en su blog.

From → Opinión

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