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El bautizo de Sara

22 marzo 2010

El sábado bautizaron a la hija de una prima, Sara, y lo celebramos en una finca en la Sierra Norte de Sevilla. Un sitio precioso, con su gran piscina, sus cuadras, su arroz, su caldereta, …, no faltó ni un perejil. Aparte de la alegría que me produce ver a mis primas y a mis sobrinos, a los que no trato mucho, el ver a mis sobrinos jugando y el paisaje de dehesa me llevó treinta años atrás, y me ví corriendo con mis primos, cogiendo bichitos.

Cuando chicos, mi padre, después de una larga semana de trabajo, se levantaba muy temprano para llevarnos a mis hermanos, a mis primos y a mí a la Sierra, así, con nombre propio. Ahora, que soy yo el que sufro estos palizones de trabajo, comprendo y valoro más el sacrificio que suponía para él ese madrugón del sábado.

rama de encina

Encina

Para nosotros, urbanitas desde nuestro nacimiento, aquello era una aventura: ver salir el sol tras un monte, ver como se iluminaba el campo casi de repente, y se levantaban los olores conforme se iba calentando el suelo, oír y ver pájaros que no conocíamos, las esquilas del ganado a lo lejos…

Paseando por la dehesa, entre encinas, alcornoques, quejigos y algún que otro acebuche, iba recordando aquellos momentos y, sobre todo, aquellas sensaciones.

Toros

Toros miŕandome (foto hecha con el móvil)

Tuve la suerte de ver un pájaro carpintero, con su penacho de colores, en el camino. Paré el coche, me miró y voló hacia un árbol cercano. Bajo él, unas vacas bravas con sus becerros me miraban a su vez. Seguí el camino, muy despacio, con las ventanas bajadas y con la radio apagada, pensando en lo que había cambiado todo: la carretera que recuerdo tenía diez mil curvas, apenas el ancho de dos coches, sin arcenes, casi sin asfalto, con subidas y bajadas continuas que hacían que el desayuno, generoso y pesado de manteca de zurrapa, quisiese salir a integrarse con la naturaleza. Ahora es una carretera nueva, con arcenes bien delimitados, casi sin curvas ni cambios de rasante, mucho más segura, pero sin encanto. ¡Qué vamos a hacerle!

Yo también he cambiado: ya no me mareo en el coche (ahora conduzco yo), no tengo diez años ni correteo buscando alacranes, y me gustaría ser como mi padre, y poder llevar a mi hijo a correr por la Sierra, cada vez más lejana.

From → Pensamiento

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