Nothing else matters
Es domingo, son las doce y pico (las veinticuatro) y me quedan cinco horas para levantarme y empezar una nueva semana. Ésta ha terminado tal como empezó, como terminó la anterior, como va a empezar la siguiente: muchas cosas pendientes y ninguna terminada, muchas cosas que quiero empezar y que no debo hasta que no termine las que ya he empezado. Y sobre todas ellas, la rutina de supervivencia: las cosas que no importan, pero que no puedes dejar de hacer: alimentarte, trabajar, llevar la casa, trabajar, trabajar, …. Las cosas que no te dejan hacer las otras cosas. Cosas, cosas, más cosas.
Rodeándome, el mundo evoluciona: las parejas crían a sus hijos, que cambian y los cambian permanentemente; personas que se conocen, o se descubren nuevamente; nuevos trabajos, nuevas aficiones, nuevos lugares, nuevas relaciones. Nuevas sensaciones, nuevas experiencias.
No me conformo con ver como se transforma todo a mi alrededor, a ser el circuncentro inmóvil sobre el que todo gira. Y no sé si es bueno o peor seguir esta línea vital: mientras más pienso en saltar al próximo círculo,y girar en él, más me pesa la losa de la rutina, y sólo le añado otro kilo más, otra ‘cosa’ para la lista de imposibles, otra ‘cuando termine …’
No soy derrotista ni resignado, ni culpo a nada ni a nadie de este estado. Tampoco espero que venga a sacarme un supremo hacedor, aunque una primitiva o un cupón me echaría una manita. Estoy como he conseguido estar, y estaré como consiga estar. Pero llevo tanto tiempo inmóvil, lastrado por este gran cinturón de pequeños pesos, cada paso que doy me desgasta tanto que apenas puedo recuperarme. Es como un gran collar de cuentas, unas grandes, otras pequeñas, pero todas engarzadas sobre el mismo hilo, unidas entre sí. No puedo soltar algunas de ellas, las más pequeñas y fáciles, sin partir el collar. Y ésto sí que es difícil. A menudo, divago buscando el punto más frágil para romperlo. Pero no lo encuentro: romperlo significa perder muchas cuentas que quiero conservar.
Al final, todo es lastre. Cualquier día me sorprendo y mando a tomar por culo la bicicleta.