Saltar al contenido

Capítulo 13 – Un beso pringoso

20 marzo 2011

Todos los nombres y situaciones que aparecen en este post son ficticios. Todos los derechos reservados

Lo celebramos en un hotel de postín con alojamiento incluido, lo que animó a alguno (entre los cuales me incluyo) a la ingesta inmoderada de alcohol. Lo pasamos bien, viendo a los demás haciendo el ridículo, sensiblemente borrachos. Los demás se lo pasaron bien, viéndome hacer el ridículo, totalmente borracho. Aún hoy, alguna vez ponemos el vídeo que nos grabaron para reírnos de René bailando sevillanas, seccionando las pantorrillas de la pareja de turno con sus punteras, al rapado Bernard intentando mantener la verticalidad mientras hablaba, con los ojos cerrados, con un altavoz o a Manolo, bailando sobre la mesa nupcial, pasándose una servilleta por el arco del triunfo, ante la atónita mirada de los padres de Sandra y Juan.

El día siguiente lo pasamos en el hotel, sin salir de la habitación. No por aprovechar el spa, ni el gimnasio, ni la afamada cocina del restaurante, sino porque la resaca nos mantenía amarrados a la cama. Una bola inmensa de plomo golpeaba las paredes de mi cráneo, recordándome cada copa que tomé la noche anterior. La resaca había grapado la entrada a mi estómago y pegado un velcro a mi paladar. Y me había llenado la cabeza de duendes que gritaban entre ellos, y me hablaban, pidiéndome respuestas a cuestiones que necesitaba aclarar, pero no me atrevía. Sandra pasó casi todo el día durmiendo.

Ya bien entrada la tarde, ella despertó. Nos duchamos, bajamos al bufet a picar algo y volvimos a la cama. Hicimos el amor muy despacio, por el cansancio y porque nos apetecía. Se recostó y dormitó un poco. Yo me levanté a por un vaso de agua.

La noche había caído. La luna, tamizada por los visillos, iluminaba mágicamente la habitación. Cuando entré de nuevo, me pareció estar en una película de Walt Disney. De pie junto a la puerta, admiré como se revolvía perezosa, desnuda y hermosa. Imaginé cómo sería dentro de unos años, con las caderas más anchas, con celulitis, cómo le afectaría el paso del tiempo. Supe que, fuese como fuese, tendría las mismas ganas de abrazarla que tenía ahora. Con un pellizco en el estómago que no era de la resaca, me senté a su vera.

Tengo que preguntarte algo, y quiero que me digas la verdad.
¿Por qué? ¿Estás acostumbrado a que te mienta? dijo, un poco mosca.
No, no, que va. Vamos, que yo sepa, le dije bromeando. Ven, siéntate.
¿Qué te pasa? ¡Estás muy raro!
Es sólo un momento. Quiero preguntarte algo. Bueno, varias cosas. Siéntate aquí, y señalé el hueco entre mis piernas abiertas.
Desconfiada, se sentó, tensa. Apoyé la espalda en el cabecero de la cama, la abracé y tiré de ella, que se dejó caer sobre mi pecho. Con una mano, acariciaba su cuello largo, besándolo despacio, mordiéndolo. Con el otro brazo la rodeé por la cintura. La besé en la nuca.
Tienes que decirme la verdad; aunque me duela, ¿de acuerdo?
¿Qué te pasa? Intentó volverse.
No, no te vuelvas, por favor. Estoy dándole vueltas a varias cosas, y quiero tenerlas claras. En fin. Allá voy.
Me costaba trabajo respirar, y ella lo notaba en su cuello. Empezó a preocuparse.
¿Eres feliz conmigo? No te pregunto si te lo pasas bien, o si tenemos buenos ratos, no. ¿Eres realmente feliz? ¿Notas que te falta algo que no pueda darte? ¿Te sientes satisfecha? ¿Te sientes llena a mi lado?
Pero, ¿qué bicho te ha picado hoy? Claro que soy feliz, si no no estaría contigo. ¿Tú eres tonto, o qué? ¿A qué viene eso? Se puso seria. ¡No quieres que sigamos!
No es eso, verás. Uf, me estaba costando más trabajo de lo que pensaba, me estaba liando y la estaba liando a ella. Así que volví a tomar aire, y hablé:
– Hasta ahora, sentía que pasaba los días sentado en una silla, viendo pasar los meses, siguiendo a la gente con la mirada. Las sigo hasta que se pierden, y vuelvo a seguir a las que vienen en dirección opuesta, hasta que vuelven a perderse. Ya no. Ahora, mire donde mire te veo a ti, y me gusta. Te veo hoy, y también mañana. Y me siento feliz viéndote, muy feliz. Eres la persona más maravillosa que he conocido. No quiero más que estar contigo, ni deseo a nadie más que a ti. Disfruto cada minuto que paso a tu lado, y creo que será así cada minuto que pase. Te quiero. Por eso es importante que me digas si sientes lo mismo. No quiero saber si te sientes bien en este momento, desnudos en la cama después de hacer el amor. Quiero que me digas si quieres estar conmigo mucho tiempo. Tú, ¿quieres …
No lo digas, me cortó, suave pero firme.
Sabía de su reticencia al compromiso, así que no me extrañó. Lo suponía, pero tenía que decirlo y, realmente, tenía esperanzas. Quizá por eso me quedé tan planchado. Me pesaba el cuerpo. Deshice el abrazo, me erguí y me acosté a su lado.
Perdona, y callé.
Sandra se quedó sentada, mirando a la pared. Parecía una estatua de sal, con su piel reflejando el halo blanquecino de la luna, sin palabras, sin un sonido. De repente, como siempre en ella, se giró y se tiró en mi pecho. Puso sus labios sobre los míos, rozándolos, sin besarme, y me dijo:
Pídemelo.
La habitación se quedó sin aire, y el corazón iba a partirme las costillas si no encontraba un hueco para escaparse.
¿Querrías estar conmigo mucho tiempo? ¿quieres casarte conmigo?
Al cabo de los dos segundos más largos de mi vida, por fin, Sandra contestó:
Sí, soy feliz contigo. Si, disfruto cada minuto que paso a tu lado. Sí, me encanta hacer el amor contigo y no necesito a nada ni a nadie más. Eres el mejor hombre que he conocido y te quiero. Sí, quiero pasar mucho tiempo a tu lado. Iba a decir algo más, pero se calló y rió, sin apartar sus labios de los míos.
¿Y …?
Y sí, quiero casarme contigo. E intentó besarme.
Pero no pudo. El aire entró de nuevo en mis pulmones, mi corazón se paró un momento, y volvió a latir con fuerza tras un zambobazo que retumbó en mi pecho. Y rompí a llorar, como un niño al que le quitan el chupete.
Al fin, con un beso pringoso por las lágrimas y los mocos de ambos, sellamos el compromiso.

— Continuará —

Deja un comentario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: