Alumnos, amigos y libélulas
En principio, siento cierto rechazo por este tipo de reuniones; en 30 años, todos cambiamos: el golferas de antaño puede ser ahora una persona cordial y el cachopán puede haber sido modelado por las distintas situaciones a la que la vida nos somete, y ser un enemigo público. Sin embargo, y a sabiendas, nos empeñamos en ver y sentir a y por estas personas lo mismo que veíamos y sentíamos en y por ellas tiempo atrás.
En esta ocasión, y teniendo en cuenta la brevedad del encuentro, he tenido suerte. La reunión fue amistosa; me lo pasé estupendamente bien y, pasados los primeros momentos de ubicación de los personajes en la memoria y de inclusión de aquellos a los que no recordaba, me vi con el mismo grupo de amigos con los que, casi, eché los dientes. Fue una tarde de risas y recuerdos. Una buena tarde. Hemos prometido repetirla, y ampliar el círculo con aquellos que no pudieron acudir a esta cita.
Tengo que hacer mención especial de un miembro (miembra, según una ministra) de este grupo: No por desmerecer a los demás, sino por dedicarse a una actividad artística-creadora, a las que soy especialmente sensible, y porque le prometí que le iba a hacer un poquito de publicidad. Se dedica a hacer joyas en cerámica y plata y sus creaciones, realmente impresionantes, pueden verse en su página, www.libelulalila.es.