Necesito oir que me deseas
Un dedo te recorre, siguiendo tu columna hasta tu nuca. Ahora otro, y otro. Y otra vez. Cien veces. Mis manos se abren como alas en tu espalda y escapan hacia las tuyas. Soy la manta que te tapa y te calienta. En tu ombligo, te rodeo, acaricio tu cintura, te giro y te cubro con mi cuerpo. Los brazos abiertos, pecho contra pecho, se enlazan los dedos y los labios. Me abrasas y te abrazo.
Voy mordiendo el camino hasta tu oído; necesito decirte que me tienes. Necesito oir que me deseas.
Acaricio tus mejillas y tu cuello, y te beso. Que no escape tu aliento, que ahora es mío. Miro como tus ojos me miran y no recuerdo si la luz está encendida, o estoy ardiendo en el infierno. Tu luz me baña todo, me ilumina. Te desnudo.
Poco a poco, te estudio y te desnudo y te aprendo; con mis manos; con mis labios; con mi peso. Descubro tu belleza, que me llena. Descubro tu sabor y tu sonido. Me pierdo entre tus muslos y en tu pecho y en tu culo. Los muerdo con mis labios y te encuentro, subiendo por tu cuello, mordiéndote la boca.
Voy mordiendo el camino hasta tu oído; necesito decirte que me tienes. Necesito oir que me deseas.