Segunda queja contra GROUPON.
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Hacía tiempo que no me quejaba, y como el sentido primigenio de este blog fue precisamente quejarme de situaciones que considero vulneran mis derechos, vuelvo a la carga con dos nuevas quejas sobre la empresa GROUPON, porque creo que me están timando un poco. Esta es la primera. La segunda, en el siguiente artículo en este mismo blog.
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Otra canción para mi amiga
Cargas el teléfono
al final del día.
Te quitas las botas
y esperas
que un dedo en la espalda
te ponga las pilas
No te llega el sueldo
para viguerías.
No habrá cena cara
ni fiestas
pero un dedo en la espalda
te dará energía
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Una coplita, para una amiga de Valencia
Quiero que me des tus bocaditos
muérdeme por todo el cuerpo
cómeme poquito a poco
todo el tiempo
bocaditos
que me llenan, que me llegan,
que nunca me hagan daño,
que me puedan, que me sepan
a tus besos
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Un dedo te recorre, siguiendo tu columna hasta tu nuca. Ahora otro, y otro. Y otra vez. Cien veces. Mis manos se abren como alas en tu espalda y escapan hacia las tuyas. Soy la manta que te tapa y te calienta. En tu ombligo, te rodeo, acaricio tu cintura, te giro y te cubro con mi cuerpo. Los brazos abiertos, pecho contra pecho, se enlazan los dedos y los labios. Me abrasas y te abrazo.
Voy mordiendo el camino hasta tu oído; necesito decirte que me tienes. Necesito oir que me deseas.
Acaricio tus mejillas y tu cuello, y te beso. Que no escape tu aliento, que ahora es mío. Miro como tus ojos me miran y no recuerdo si la luz está encendida, o estoy ardiendo en el infierno. Tu luz me baña todo, me ilumina. Te desnudo.
Poco a poco, te estudio y te desnudo y te aprendo; con mis manos; con mis labios; con mi peso. Descubro tu belleza, que me llena. Descubro tu sabor y tu sonido. Me pierdo entre tus muslos y en tu pecho y en tu culo. Los muerdo con mis labios y te encuentro, subiendo por tu cuello, mordiéndote la boca.
Voy mordiendo el camino hasta tu oído; necesito decirte que me tienes. Necesito oir que me deseas.
He aquí la práctica que presenté para la asignatura «Programación Orientada a Objetos», del primer curso del Grado en Ingeniería Informática, en la UNED, curso 2010-2011. Para el que le pueda servir. Consistía en hacer el juego del tetris, muy simplificado.
Tuve un notable, así que algo os puede ayudar
Otra canción. Ésta, hasta lleva música (estoy en ello).
He partido de un dicho («Nunca ocurre nada bueno después de las 2 de la mañana») y ha salido todo esto :D; lo que puede dar de si una frase. Como siempre, los personajes que aparecen aquí son ficticios, hasta que dejan de serlo.
En lo alto de la escalera
parecías un ángel cayendo del cielo.
Agarrado a tu cintura
¡el mundo es tan pequeño!
Recorriendo los garitos
te miraban con deseo, con envidia
se apartaban a tu paso.
Pero todos te admiran
Necesitaba tu boca
y te perdí en la escalera
me encontraste por sorpresa
y no te entregas
Dan las dos, so bad,
no lo quiero recordar
¿Tan malo fue?
No hay horas malas para mí
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El sol está en lo alto, y el cielo es blanco. Las paredes y la arena del suelo tiñen de amarillo todo, las ropas, las caras bajo los sombreros, el sudor limpio que aún no huele, no se pega, que moja tu piel y hace que mis manos resbalen suaves sobre ella, y te lubrique. Los sonidos tardan en llegar, y lo hacen desde lejos sin alcanzarnos nunca, mezclándose con la luz y el calor para hacer la atmósfera que nos envuelve más densa, separándonos del resto de las personas que parecen estar junto a nosotros, pero que sólo nos acompañan un poco, como realidades próximas pero distintas. El polvo se levanta pesado del suelo, creando una cortina que termina por separarnos.
El calor es amable a esta hora, porque despeja las calles para nosotros. Poco a poco, el sopor del verano nos lleva de la mano a la sombra de la habitación, y el son zumbón del ventilador de lata acompaña a la siesta. Es inútil, lo sabemos. Pesadamente nos dejamos caer sobre la sábana, pesadamente nos desnudamos, y pesadamente te dejas caer, caigo sobre ti y te beso en la boca, y tu lengua entra pesada en la mía, casi la llena, porque hoy todo es tan denso.
Apenas tengo fuerzas para acariciarte, resbalo sobre tu sudor en tus pechos y lamo tus aureolas como si temiera gastarlas, noto como tu aliento roza en tu garganta al salir y veo como tu boca se abre, tu cuello se estira y algo más que tu sudor resbala entre tus piernas. Me pides: “Siénteme”, y entro en ti. Quiero decirte que te siento más cuando sé que te olvidas y te pierdes. Pero no puedo hablar, me estoy muriendo contigo.
No sé dónde estoy, ni quién eres, pero recuerdo el sabor de tu sudor y tus ojos entreabiertos, y siento aún tus pezones entre mis dientes.
Una vez tuve un apartamento con una pequeña terraza y una fuente que manaba en ella. Una pequeña losa de granito gris sobre la cual el agua, que surtía de una hendidura en la pared, se derramaba, empapando la piedra sin ruido y cayendo a un foso no muy profundo que la recogía, y cantaba. La fuente cantaba todas las noches y me refrescaba con su olor a agua fresca, los limoneros vecinos regalaban su aliento y las noches eran muy largas, y estaba ella.
«Me duele que digas eso. Apenas te conozco, pero siento mucho por ti, y muy grande. Contigo traiciono a mi pasado, a mi futuro, al hombre que quiero (¿?), y me dices que aún buscas a la mujer de tus sueños. Eres un hijo de puta, te odio tanto como te quiero, y voy a hacerte daño.”
El agua llora resbalando sobre la piedra. El granito húmedo huele suave, intenso y breve. Oímos llorar a la fuente, pensé que ella lloraba. Tus ojos terminan siempre húmedos, pero nunca lloramos.
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Mil pensamientos saltan de mi cerebro
caen tras la almohada y se comen mi cuerpo
me atacan por detrás, roban mi sueño
Pienso en los besos que perdí
los que encontré en tu boca y he ganado
los que, por perder, no me atreví
los que no debí dar y que he robado
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Me aburro, me gusta escribir, quiero hacer música y, a pesar de llevar 20 años con guitarras, toco como el culo. Así que regalo letras para canciones. Si tenéis una melodía a la que queréis poner letra, o un tema sobre el que queréis hacer una canción, escribidme. Es gratis 😀 Para muestra, un botón:
No
me arrepiento
de acariciar tus caderas y tus pechos
ni de perderme en tus ojos abiertos
diciéndome no
No
me arrepiento
de no saber encontrarme con tus besos
ni conocer la belleza de tu cuerpo
desnudo
Si supiera
como vas a encontrarte mañana,
que no vas a evitarme la mirada,
que lo que no pasó pasó como si nada,
no dejaría que te escapases de mi cama
y le digo a la almohada
se me fue la más hermosa
de las hadas
y me quedo, excitado,
recordando
que he dejado de tener
entre mis brazos
a la mujer más hermosa
que jamás he visto
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y el demonio que bajo ellas te viola.
Soy el amante al que engañas
y que te engaña.
El que recorre un mundo
por ver tu cara
el que da media vuelta y escapa.
Soy el fauno que agita tus sueños
en verano, y el hada que te arropa
los inviernos.
Soy el calor, soy el deseo,
soy el hombre que te abraza;
soy el hielo.
Soy el aire fresco que te llena
y el agua sucia que te envenena.
El laberinto. La senda recta.
El arroyo en el campo y la tormenta.
Cada lágrima que lloras. Cada beso.
Cada abrazo a la almohada. Soy el sexo.
Soy aquel que te desea, el que te admira,
el que descansa su cabeza entre tus pechos.
La guerra que te mata, la batalla,
un masaje en tu espalda. Un canalla.
Una sombra en un portal. Una quimera.
El semen que se derrama entre tus piernas.
Soy un cangilón de la noria soñolienta.
Un beso dorado de klimt en un anillo.
Un grito de bacon angustiado.
El hombre sin pasado, sin futuro,
el que hoy no está, y está a tu lado.
Soy la lengua en tu boca,
el dedo en tu vagina,
la mano en tu garganta que te ahoga,
te arranca el corazón y lo destroza.
Soy aquel que te odia cada tarde.
Soy aquel a quien odias, y lo sabes.
Soy aquel que te ama, y no lo dice.
Soy aquel a quien amas, y no lo sabes.
En principio, siento cierto rechazo por este tipo de reuniones; en 30 años, todos cambiamos: el golferas de antaño puede ser ahora una persona cordial y el cachopán puede haber sido modelado por las distintas situaciones a la que la vida nos somete, y ser un enemigo público. Sin embargo, y a sabiendas, nos empeñamos en ver y sentir a y por estas personas lo mismo que veíamos y sentíamos en y por ellas tiempo atrás.
En esta ocasión, y teniendo en cuenta la brevedad del encuentro, he tenido suerte. La reunión fue amistosa; me lo pasé estupendamente bien y, pasados los primeros momentos de ubicación de los personajes en la memoria y de inclusión de aquellos a los que no recordaba, me vi con el mismo grupo de amigos con los que, casi, eché los dientes. Fue una tarde de risas y recuerdos. Una buena tarde. Hemos prometido repetirla, y ampliar el círculo con aquellos que no pudieron acudir a esta cita.
Tengo que hacer mención especial de un miembro (miembra, según una ministra) de este grupo: No por desmerecer a los demás, sino por dedicarse a una actividad artística-creadora, a las que soy especialmente sensible, y porque le prometí que le iba a hacer un poquito de publicidad. Se dedica a hacer joyas en cerámica y plata y sus creaciones, realmente impresionantes, pueden verse en su página, www.libelulalila.es.
Todos los nombres y situaciones que aparecen en este post son ficticios. Todos los derechos reservados
Lo celebramos en un hotel de postín con alojamiento incluido, lo que animó a alguno (entre los cuales me incluyo) a la ingesta inmoderada de alcohol. Lo pasamos bien, viendo a los demás haciendo el ridículo, sensiblemente borrachos. Los demás se lo pasaron bien, viéndome hacer el ridículo, totalmente borracho. Aún hoy, alguna vez ponemos el vídeo que nos grabaron para reírnos de René bailando sevillanas, seccionando las pantorrillas de la pareja de turno con sus punteras, al rapado Bernard intentando mantener la verticalidad mientras hablaba, con los ojos cerrados, con un altavoz o a Manolo, bailando sobre la mesa nupcial, pasándose una servilleta por el arco del triunfo, ante la atónita mirada de los padres de Sandra y Juan.
El día siguiente lo pasamos en el hotel, sin salir de la habitación. No por aprovechar el spa, ni el gimnasio, ni la afamada cocina del restaurante, sino porque la resaca nos mantenía amarrados a la cama. Una bola inmensa de plomo golpeaba las paredes de mi cráneo, recordándome cada copa que tomé la noche anterior. La resaca había grapado la entrada a mi estómago y pegado un velcro a mi paladar. Y me había llenado la cabeza de duendes que gritaban entre ellos, y me hablaban, pidiéndome respuestas a cuestiones que necesitaba aclarar, pero no me atrevía. Sandra pasó casi todo el día durmiendo.
Ya bien entrada la tarde, ella despertó. Nos duchamos, bajamos al bufet a picar algo y volvimos a la cama. Hicimos el amor muy despacio, por el cansancio y porque nos apetecía. Se recostó y dormitó un poco. Yo me levanté a por un vaso de agua.
La noche había caído. La luna, tamizada por los visillos, iluminaba mágicamente la habitación. Cuando entré de nuevo, me pareció estar en una película de Walt Disney. De pie junto a la puerta, admiré como se revolvía perezosa, desnuda y hermosa. Imaginé cómo sería dentro de unos años, con las caderas más anchas, con celulitis, cómo le afectaría el paso del tiempo. Supe que, fuese como fuese, tendría las mismas ganas de abrazarla que tenía ahora. Con un pellizco en el estómago que no era de la resaca, me senté a su vera.
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A toro pasado, caí en la cuenta que Miguel no hablaba nunca cuando hablábamos de las piernas de ésta o del culo de aquella otra; se limitaba a asentir con su mirada bonachona y la media sonrisa que solía lucir. Como tampoco le habíamos conocido pareja, lo achacábamos a su natural timidez y a que se comía menos que un queso de escayola. El canalla, como nos tenía engañados.
Pasando el tiempo, el tiempo fue pasando y nos plantamos a mitad de enero, un mes antes de la fecha elegida los contrayentes para los desposorios. Debíamos lidiar con la difícil tarea de organizar la despedida de solteros. Para tamaña cuestión, nos reunimos en un bar todos salvo Migue y Juan, claro.
– Podríamos ir a lo seguro, cena en un asador, y copeteo con estriptís. Cuando se trataba de meter la pata, Manolo era un valor seguro.
– ¡Tú eres gilipoyas! Exclamó Sandra. Si en el momento de mirar a Manolo se le escapa un ojo, le atraviesa el cráneo seguro.
– (Yo, aguantando la risa, mitad por uno, mitad por otra) La verdad, no sé cómo son las despedidas de los gays. Una despedida sin tías en bolas, como que no … Plas. Guantazo en brazo. Por bocas. Ayyy, que es broma. Decidido. Esta noche duermo solo.
– (Lucio) De esto nos deberíamos encargar nosotros, que somos de la misma acera, y le guiñó un ojo a Bernard, que se frotó las patitas como una mosca en una barbacoa. Nos hacen descuento en las copas. Leer más…