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Chapuza guitarrera

15 julio 2012

Hace años y medio, me permití el lujo de regalarme un caprichito: una guitarra que me tenía enamorao. No me hacía falta (tengo otras dos eléctricas) pero llevaba un tiempo que empezaba a ser largo en un período personal de apatía y necesitaba una inyección de ánimo, y me di donde más me gusta. La chulada en cuestión es una Epiphone Slash Les Paul Apettite for Destruction.  En este post comenté las características del instrumento.

El caso es que, a los dos meses de comprarla se me rompió el talid tocando, y se cayó la guitarra. Al caer, se rompió el mástil casi a la altura de la unión con la pala. Bastante asustado ante lo aparatoso del accidente, y dando por perdida la guitarra, busqué en internet casos parecidos para encontrar a alguien que arreglara lo que me parecía imposible. Meses más tarde, hablando con otros guitarristas, supe que era una reparación bastante frecuente en este tipo de guitarras, de mástil encolado, y que su reparación es fácil y económica.

El caso es que encontré a un luthier en Algodonales (Cádiz). Me puse en contacto con él, y me aseguró que la guitarra quedaría mejor que  nueva, en quince días. Me constaría 200 euros y ajustaría alma,trastes, apantallaría cavidades, … Nada de eso me hacía falte en una guitarra de la calidad de ésta, y nueva, pero me aseguraba que era necesario por las características de la reparación.

¡Quince días! De esto hace año y medio.

Después de múltiples llamadas, correos y cinco visitas a su taller para exigirle que terminara la reparación (cada viaje a Algodonales me costaba casi 30 euros en gasoil, y dos horas de carretera), me planté un día y dije que me traía la guitarra tal como estuviese. Le pagué lo que me dijo (50 euros), y me la traje. Y así estaba:

Para que no se notase la unión de los trozos rotos (que, ciertamente, están bien pegados), fue pintando un poquito más, un poquito más, hasta pintar todo el mástil, parte de la pala y la unión con el cuerpo. La guitarra está terminada en poliuretano translúcido color ‘cherry’, y él la pintó en nitrocelulosa color vino, opaca. Aquí puede verse la ‘delicada’ unión entre la pintura original y el pastiche, en la zona posterior de la pala.

En esta serie puede verse los restos de laca en los bindings, diapasón, trastes, así como diversos golpes y arañazos en el diapasón, al cual le faltan trozos de madera en algunos (bastantes) puntos. Las pastillas y clavijas de afinación también estaban llenas de pintura, pero he conseguido dejarlas más o menos bien. Una de las clavijas Kluson está dañada por la acción de los disolventes:

 

Por último, la unión del mástil con el cuerpo. Puede verse el color translúcido del cuerpo, el color opaco del mástil, los arañazos en el mástil (voy a tener que lijarlo entero, está intocable) y la zona en el cuerpo donde se mezclan las dos pinturas. Esto ya casi no se nota, porque un tío mío, charolista, lo ha quitado un poco de la pintura nitrocelulósica. Intentando evitar que no se note el arreglo en un área de unos 3 cms. cuadrados, me ha dejado toda la guitarra a parchetones.

En este tiempo, he participado en algún taller de luthería, y he conocido a algunos profesionales de verdad, lo cual me ha dado más coraje; Cualquiera de ellos me lo podría haber arreglado por mucho menos dinero, y en una semana. En total, con los gastos, me ha costado la ‘reparación’ 200 euros, 5 tardes de trabajo perdidas y un número indeterminado de cabreos, y ha tardado 15 meses. Ni que decir tiene que toda la electrónica, tornillería, herrajes, … lo tengo metido en una bolsa; cuando termine la carpintería, tendré que llevarla a un luthier de verdad para que la monte, suelde, ajuste, octave, etc. Un trabajo fino.

From → Música, Pataleos

3 comentarios
  1. David permalink

    Conforme sigo trabajando en la guitarra, más me cabreo. Faltan los tornillos de los afinadores, y los ‘bushings’ de las clavijas de afinación; Asímismo, el espacio en el que se aloja la cejilla es mayor que ésta. A ver cómo lo arreglo. La pasta y las horas que me está costando recuperar mi guitarra :@

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  1. Por fin, arreglé (me arreglaron) la guitarra. Pregunté | Diario de un quejica
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